Sé que estoy despierta, pero mis ojos se mantienen cerrados, quiero que esta suave sensación de felicidad que me recorre no acabe jamás. La luz apenas logra verse por la ventana. La lluvia de la madrugada suena en tu ventana como una vieja canción de amor, una dulce canción que no me canso de escuchar. De apoco comienzan a escucharse los ruidos de la cuidad, y esa lluvia que no deja de caer. Nos imagino caminando en los verdes pastos de un campo, mientras finas gotas de lluvia mojan nuestras caras, jugando y riendo. Sonrío al imaginar esa dulce fantasía en mi mente. Tu respiración se siente como la más armoniosa de las melodías, suave, lenta, pero sobre todo tan cercana. Tus brazos parecen envolverme por completo, los míos tratan de quedarse inmóviles. Pero los deseos de acariciar tu piel mientras duermes me parecen insostenibles, y lo hago. No despiertas, lo que me parece aun mejor. Poco a poco la luz comienza a colarse por cada espacio de la habitación. Y puedo ver aparecer entre la poca claridad tu rostro. Súbitamente suspiras entre dormido, lo que me parece enternecedor. Mis ojos se ahogan en lentamente lagrimas, en lagrimas de ternura. Toco tu pelo. Ni siquiera te mueves. De pronto me inundan las ganas de besarte, así como estás, dormido. Me acerco lentamente hasta rozar tus labios, miles de recuerdos llenan mi memoria… te beso tratando de que no despiertes. Se siente como el primero, siempre es asi… me alejo para volver a dormir en tus brazos, tan pronto como mi cabeza se posa en tu pecho, te despiertas, me miras y me dices que me amas. Ya nada puede ser mejor. Cierro mis ojos otra vez, siento como la lluvia se aleja cada vez mas y como tus brazos me mantienen cautiva de un amor del que no quiero escapar jamás.
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